domingo, 16 de enero de 2011

Tres segundos.

Tres segundos. Eso es lo que me queda de vida, es lo que tiene ser francotirador, que sabes esas cosas. Acaban de alcanzar a Sánchez, mi observador. El único lugar desde el que un francotirador enemigo puede habernos disparado sin que le hayamos visto antes, está en la línea de árboles que hay frente a nosotros a una distancia de 850m, una bala tarda desde esa distancia 3´5 segundos en llegar hasta aquí. Y teniendo en cuenta que a mi cerebro le lleva 0´5 segundos procesar el hecho de que ha Sánchez le ha matado ya solo me quedan tres segundos de vida. De hecho soy consciente de que la bala que me va a matar ya esta en el aire.Teniendo en cuenta que he gastado aproximadamente un segundo en calcular todo lo anterior ya solo me quedan dos segundos. Y en ese tiempo ya no me da tiempo a apartarme. Quizá debería despedirme de mi novia, de mi familia, de mis amigos y mis compañeros. Mentalmente claro, sin embargo estoy buscando a mi enemigo, será la instrucción o solo el instinto pero nunca pensé que sería así.

Le he visto, solo me queda un segundo y desde que mi cerebro de la orden de disparar a que apreté el gatillo pasaran 0´5 segundos; entonces me quedara medio segundo para pensar en lo que me pierdo al morir hoy...

Medio segundo puede ser eterno.

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